jueves, 24 de febrero de 2011

3.

No menosprecie la inteligencia de las personas. No se crea dueño de la verdad y de la sabiduría. 
Sólo Dios lo es. Él nos creó a partir de su inteligencia y amor, dando a todos sus hijos la gracia de pensar y amar. 
Nadie es más que otro.
Por tanto, nunca critique la capacidad de otra persona, pues es infinita como la suya.
Si usted fuera un sabio, jamás menospreciaría la inteligencia de las otras personas. 

(Momentos a Solas)

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