No hable mal de la vida ajena.
Sólo lo hacen las personas frustradas y pobres de espíritu. Si no puede decir lo que sabe de bueno de alguien, no diga nada.
Hablar mal del prójimo es el arma de los débiles, de los envidiosos y de los incompetentes.
Si hace así, perderá la confianza de las personas, e inevitablemente, los amigos se apartarán.
Diga todo lo que sepa de bueno de una persona, porque por mala que sea siempre tiene su lado bueno. Con discreción y buen ejemplo, usted atraerá la confianza de todos.
(Momentos a Solas)
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